EDIFICIOS, BAROMETROS Y OTRAS COSAS

Hasta aquí hemos hablado de exámenes con preguntas geniales (siempre según desde donde se miren. Por ejemplo, puedes mirarlos desde la mesa del examinante donde se ven muy "divertidos"; desde la mesa del examinado donde se ven muy ""divertidos""; o desde la mesa del amigo del que hace el examen, como es nuestro caso, donde son divertidos sin comillas ni nada). Pero también hay casos de preguntas normalitas a la que siguen respuestas fantásticas. Un ejemplo es aquel famoso examen en el que se preguntaba a los alumnos cómo medir la altura de un edificio con un barómetro. (Lo de la foto es un barógrafo, pero es bien bonito).



El profesor espera que sus alumnos le respondan que debe utilizarse el barómetro para medir la presión atmosférica en el primer y último piso y deducir la altura de la diferencia. Sin embargo un alumno brillante le responde de manera muy distinta. La lista de respuestas posibles ha ido aumentado con los años, y puede que vayamos perdiendo poco a poco el espíritu de la anécdota ya que aquellas primeras respuestas que apuntaban a los triángulos de la escuela, realmente son más faciles de aplicar que la respuesta "correcta". Quien no conozca la anecdota puede echar un ojo a las siguientes páginas. (1), (2).

1.- Dejar caer el barómetro desde lo alto del edificio y medir el tiempo que tarda en estrellarse. Este tiempo esta relacionado con la distancia que recorre. (es importante no utilizar un barómetro de mercurio porque puede contaminar).

2.- Atar el barómetro de un cordel y descolgarlo hasta que toque el suelo. Después recoger el cordel y medirlo. (el barómetro es fundamental para que la cuerda este tensa y sea una recta)

3.- Atar el barómetro de un cordel y descolgarlo lentamente hasta que casi toque el suelo. Hacerlo oscilar levemente y calcular la longitud del cordel a partir del periodo de oscilación

4.- En un día soleado se puede comparar la sombra del edificio con la que deja el barómetro. El teorema de Tales siempre viene a nuestro rescate.

4b.- Si el día no es soleado, dejar el barómetro a una cierta distancia del edificio y sacamos una foto desde donde podamos encuadrar a ambos. Tres hurras por la geometría.

5.- Usar el barómetro para marcar la posición de la sombra en un momento dado. Medir el desplazamiento de la sombra diez minutos después y deducir la altura a partir de un almanaque astronómico (que nos da la posición del sol en cada momento)

6.- Medir la longitud del barómetro y subir las escaleras utilizándolo como regla.

7.- Poner el barómetro en la azotea donde le utilizamos para reflejar un haz laser proyectado desde el suelo. Midiendo el tiempo que tarda en ir y volver, multiplicándolo por la velocidad de la luz y dividiéndolo por dos tendríamos la altura del edificio (Esta una respuesta poco canónica, medir el tiempo que tarda en ir y volver un haz laser no es precisamente fácil, pero así es como medimos la distancia de la Tierra a la Luna)

8.- Causar una explosión en la azotea del edificio y calcular cuanto tarda en llegar el sonido al suelo, utilizando el barómetro para detectar el cambio de presión causado por la onda expansiva.

9.- Buscar al dueño, el arquitecto o el responsable de mantenimiento del edificio y se le hace una oferta que no puede rechazar: -Si me dice cuanto mide su edificio le regalo este fantástico barómetro.

Si a alguien se le ocurre otra forma no dude en dejarla en los comentarios. Nuevas versiones apuntan a repetir el experimento 7.- con un radar; o a utilizar la relatividad general para medir la diferencia de masa existen entre el barómetro en el suelo y en la azotea. Hay otros métodos más refinados como comparar el periodo de de un péndulo que utilice el barómetro como masa en los extremos del edificio, ya que conocemos como varía la gravedad con la altura.

Son muchos los orígenes que se le da ha esta historia. El más romántico de todos es el que cuenta que el alumno en cuestión se llamaba Niels Borh, mientras que el profesor encargado de concederle el deseado aprobado al rebelde alumno era un tal Rutherford. Por cierto, siempre se dice que la anécdota la contaba Rutherford y no Borh.

En realidad, la historia pertenece a un artículo del profesor Alexander Calanda (que no hizo nada para que le dedicarán una página en la Wikipedia) en la revista Saturday Review en 1968 y titulado Ángeles en un Alfiler, más tarde incluido en un libro llamado The Teaching of Elementary Science and Mathematics. Al igual que la historia del Infierno Exotérmico (en la que tenemos versiones en la que es un profesor de química de la Universidad e Toronto el que hace la pregunta, y la chica se llama Corina, Teresa...) encontramos distintas versiones que configuran la leyenda urbana. (!)

1 Responses to EDIFICIOS, BAROMETROS Y OTRAS COSAS

  1. Lopez Says:

    Yo me quedo con la opción 9. A un no experto en físicas no puedes pedirle más.

    ;D